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Entrevista: David de Juan Marcos habla sobre "Desde que me quedé sin dioses"

"Desde que me quedé sin dioses" de David de Juan Marcos cuenta la historia real sobre un refugiado sirio y su familia que refleja el miedo y la tragedia de millones de personas en la actualidad


David de Juan Marcos

En "Desde que me quedé sin dioses" de David de Juan Marcos el autor conoce a Momo, refugiado palestino de la guerra civil siria, en 2018 y decide contar su historia y la de su familia: desde la Catástrofe palestina de 1948, su infancia y juventud en Damasco y la revolución de 2011, hasta la prisión, la tortura y el exilio, primero a Dinamarca y luego a Suecia, donde hoy trabaja con adolescentes huidos de la guerra. A medio camino entre la novela, las memorias y el diario, esta historia real de un doble exilio es además un análisis de la culpa del superviviente y de los prejuicios a los que se enfrenta un inmigrante árabe en Europa. Platicamos con el autor sobre la obra.


¿Cuáles fueron los retos que implicó este libro?

La verdad es que tuvo muchos retos en el camino, porque era algo completamente nuevo para mí, una historia de este calibre, es por eso que al final opté por una hibridación de géneros, esta es una crónica de viajes, es una crónica periodística, es una novela, tiene mucha autoficción, tiene mucho de biografía novelada y también de ensayo. En un momento determinado hace algunos años yo conocí a un joven en una boda que acababa de tener la nacionalidad sueca, yo comencé a hacerle preguntas y así me enteré de qué venía de Siria, que su familia era de origenes palestinos, que durante la formación del estado de Israel en el 48 tuvieron que escapar, entonces de pronto me encontré con una historia de tres generaciones, dos guerras, cuatro o cinco países que me llamó muchísimo la atención.


En ese momento yo me encontraba escribiendo otras cosas, me metí en un callejón sin salida, me llegó una crisis creativa y se me ocurrió proponer a la idea a este chico de que escribiéramos esta historia. La sorpresa fue que él se negó, dijo que había pasado por una serie de problemas muy serios en Siria, no quería ver su historia estuviese escrita en papel y había muchas cosas que le habían sucedido que su familia desconocía. Entonces un poco lo que le sucede a los niños pequeños cuando les dices que no pueden hacer algo a mí de repente me despertaron todas las ganas del mundo de querer saber ¿por qué había ciertas cosas que este chico no quería contar? y que detrás de todo eso habría una historia y así fue como empezó, un estira y afloja para convencerle.


Uno de los grandes aciertos del libro fue proponerle que íbamos a escribir su historia desde el punto de escribir el libro, es decir esta conversación que tú y yo estamos teniendo en un estira y afloja para convencerte de contarla lo vamos a meter en el libro, vamos a meter las conversaciones, vamos a poner como tú no quieres que salgan ciertas cosas y que hay cosas que a nivel literario puede que funcione y tú me vas a decir que no. Esto que en un comienzo me pareció una idea estúpida a él le pareció una magnífica idea y comenzamos a trabajar así, viajé a Suecia, entrevisté a su familia y al final resultó este libro que tienen en sus manos.


¿Qué tan complicado fue la parte de ficcionalizar los hechos?

Fue una parte muy difícil y al mismo tiempo una parte muy divertida. Empezando por la parte divertida, recuerdo que Momo me contaba muchas historias de sus primos, como 20, 30 o 40 primos y muchos de ellos tenían muy buena relación, me contaba anécdotas de cómo se escapaba del colegio, uno de ellos fue a buscarle una de las veces que salió de la cárcel después de recibir torturas y llegó un momento en que yo le dije: no podemos usar a todos tus primos porque el lector se va a perder, no va a conseguir empatizar con ninguno de los personajes, así que lo que vamos a hacer es que todos tus primos sean solo uno, que todas las cosas que te suceden con él sea un solo primo y así el lector va a poder sentirse más cerca de este personaje y no se va a perder. Esto le costó entenderlo pero al final le pareció una idea magnífica y como este ejemplo hubo muchos más.


La parte más difícil fue hablar de cosas que yo no he vivido y que incluso la familia de Momo tampoco se atrevía o bien a contar o que eran demasiado pequeñso cuando sucedió; en el caso del éxodo de la población árabe cuando sucedió la partición de Palestina y la creación del estado de Israel, todo este éxodo masivo de gran parte de la población Palestina hacia el Líbano. Me sorprendió que encontré muy poca literatura al respecto o que se avergonzaban de lo que vivieron o que en realidad no le dan importancia porque todavía siguen pensando que van a volver, o lo que le sucedió también a la población judía después de la Segunda Guerra Mundial, que tenían miedo de que lo que les había sucedido en el holocausto y las cámaras de concentración no les fueran a creer.


No sé si por todos estos motivos juntos o por otra razón que a mí se me escapa encontré muy poca literatura sobre ello y eso también fue un reto, la dificultad para decir cómo llegaron desde Palestina hasta el Líbano, lo tuvieron que pasar muy mal, tuvieron que pasar hambre, muchísimas necesidades, escapar al ejército israelí, pero yo no me atrevo a contar esto e incluso si la familia de mi amigo ni siquiera tenía argumentos o historias para apoyarme yo tampoco podía ficcionar esto, pero en estas lagunas lo que hago es llenar contando las razones literarias por las cuales no puedo contarlas, este ejercicio metaliterario también me resultó interesante.


"Desde que me quedé sin dioses"

¿Cómo fue conocer más sobre este conflicto ahora en voz de aquellos que lo han vivido?

Fue muy sorprendente y muy enriquecedor porque me di cuenta que lo que está en los libros de historia no siempre es cierto y además es muy útil. Para conocer el contexto global y la historia en su totalidad es mejor partir de un ejemplo concreto y ponerle nombre y apellido. en los libros nos cuentan que la población árabe y judía vivían en prácticamente un estado de guerra y que el estado británico decidió marcharse de ahí para que no sucederá lo mismo que le sucedió en la India y lo que me encontré en las historias de la familia de Momo es todo lo contrario, que había aldeas, que la comunidad se llevaba bien, los judíos tenían éxito en sus negocios, las familias árabes dedicadas a la ganadería, en un entorno en que me imagino había sus rencillas como en todas las grandes ciudades y más aún en Jerusalén por la problemática religiosa que ha habido siempre. Pero en general la población vivía en cierta armonía, lo que sucedió fue que de la noche a la mañana a la población judía se le otorgó más de la mitad del terreno de lo que entonces era Palestina, los mejores recursos naturales y las mejores tierras, contrario a la población árabe.


Fue cuando nació el conflicto y aún en ese estado tan difícil hubo mucha población judía que ayudó a la población Palestina, lo que ocurre es que empezaron a entrar países de las cercanías de Palestina, Jordania, Egipto, Irán en una coalición árabe a liberarlos de lo que ellos creían que estaba siendo una invasión por parte del pueblo judío y es donde se originó este conflicto que ha llegado hasta nuestros días y que podemos resumir en una frase, pero seguramente no tenga una solución clara y quien la tenga quizás se equivoca porque 80 años, con un montón de guerras de por medio, por mi parte yo no veo una solución clara y la solución que veo por supuesto que no es muy buena.


A través del libro pones rostros a este conflicto y eso ayuda mucho a empatizar con ello, en estos días en que los medios de comunicación nos muestran una parte de los hechos que a través de noticia tras noticia se puede llegar a deshumanizar.

De repente es inevitable, nos pasa a todos mirar en la televisión y ver todos los días decenas de muertos por el conflicto que sea, la Guerra de Ucrania y Rusia o el conflicto entre el pueblo árabe y el pueblo judío, acá en Europa la crisis migratoria deja todos los días decenas de muertos en el Mediterráneo, en México me imagino que también son muchas noticias y cada día son 200 muertos distintos pero parecen los mismos 200 porque no tienen nombres y apellidos. Para mí los libros de historia están muy bien pero también es importante irse a lo concreto, si a una persona le ponemos nombre y apellidos podemos empatizar con ella, y a raíz de eso podemos empatizar con el problema de todos esos miles o millones de personas, si no lo hacemos caemos en el problema de considerar al otro un peligro, le tenemos miedo al otro, el otro es un distinto, por lo tanto si el otro nos da miedo y sentimos que es peligroso inmediatamente el sistema de prejuicios que todos tenemos sin una excepción lo convierten en enemigo.



Hay una parte del libro en que hablas acerca del papá de Momo ahora con nacionalidad sueca aun se siente y es tratado como inmigrante y es otra cosa que sucede en todo el mundo.

Es algo difícil de superar por este mismo sistema de prejuicios, aquí en Europa pasa con los países de habla francesa, que tienen muchos guetos de población árabe que no tiene ningún tipo de conexión con la población local, aunque sean franceses de documentos, de condición y nacidos hasta segunda o tercera generación pero siguen viviendo en esos guetos, con sus tradiciones, consumen sus productos en su supermercados, en sus restaurantes y no tienen ningún tipo de contacto.


En España sucede principalmente con la población africana que llega a través del Mediterráneo, en el caso concreto de la novela me pareció muy interesante resaltarlo porque yo lo que quería era mandar un mensaje y un pensamiento alentador y decir qué parte de la culpa no solo es de la población local sino también de los que vienen, encarnados por el propio padre de Momo, él es sueco, el primer pasaporte que tuvo fue así porque nunca fue ciudadano sirio, porque la patria Palestina se hereda de padres a hijos, así que tienen siempre el derecho al retorno. De manera que la primera nacionalidad que tuvo fue la sueca con más de 60 y tantos años y ¿qué ocurre? que solo se ha relacionado con árabes, no ha querido aprender sueco ni inglés y la relación que tiene con la población sueca es mínima por no decir nula.


Al contrario, Momo ha estudiado una carrera Universitaria en Suecia, habla perfectamente sueco, habla inglés, tiene amigos suecos, tiene una novia alemana, es decir está completamente integrado y yo quería resaltar esto para mandar un mensaje, un pensamiento alentador de que la juventud al final siempre se abre camino, creo que las nuevas generaciones por definición son siempre mejores, creo que las nuevas generaciones son más solidarias y pienso que poco a poco va a ir mejorando porque estamos hablando de un problema muy serio pero es un problema que tiene muy pocos años. Volviendo al ejemplo del libro, mi amigo y sus hermanas han logrado integrarse y al día de hoy son ciudadanos europeos, no solo en cuanto a los papeles sino también en la manera en que se relacionan con los demás.


¿Qué satisfacciones te ha dejado el libro?

Es muy curioso porque con este libro me ha pasado algo diferente que con los anteriores, abro mis anteriores libros o anteriores relatos, mis primeras novelas, incluso mi penúltima novela y no reconozco esa voz, solo veo fallos. Me gustaría si tuviera mil vidas reescribirla una y otra vez, pero sé que no es posible y que tampoco es sano y por eso no leo nada de lo que he escrito. Sin embargo con este libro todavía me sigo reconociendo tanto en las ideas como la manera en que está abordado, en la propia literatura, en la propia narrativa que utilizo, me sigo reconociendo y creo que eso es muy difícil de lograr y me provoca mucha satisfacción. Quizá este sea el camino que debo continuar, yo soy un escritor lleno de dudas, con muy poquita imaginación y encontrar esta pequeña luz y esta manera de contar una historia con la cual me siento identificado y satisfecho me da esperanza.


Luis Addams Torres

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