Los ensayos reflexionan sobre temas como el espíritu, el ser y la muerte
La FIL trae consigo un amplio catalogo de novedades literarias, entre ellas Textofilia presentó Un pez fuera del agua un libro de ensayos de Gonzalo Sánchez de Tagle, abogado, historiador y escritor quien explora a través de estos ensayos algunos de los temas más transcendentes desde su perspectiva, como la muerte “yo siempre he tenido una fascinación rara, casi patológica con la muerte y lo digo con mucho orgullo, por alguna razón me gusta mucho tener esa relación, entonces para mí hablar de la muerte siempre ha sido hasta cierto punto natural”.
El libro aborda los cuestionamientos vivía y pensaba en ciertos momentos “para mí el acto de escribir invariablemente tiene que ser un acto de absoluta y completa honestidad, esto lo digo, más allá de que suena lindo, porque por lo menos para mí, para escribir todo lo que hago es hablar desde el tuétano, de mi pasión, de mis emociones y de mis sentimientos”. Particularmente, estos cuestionamientos se ven atravesados por dos eventos, siendo la pandemia el primero de ellos “cuando estábamos encerrados, lo primero que me brotó fueron reflexiones en torno de identidad precisamente, ahí es cuando empecé a urdir, digamos, la idea de escribir Un pez fuera del agua”.
Junto con la pandemia, muchas de las cuestiones que toca el libro surgen de la muerte de su padre “mi papá en realidad es el pez fuera del agua y en ese sentido hablo mucho de mi proceso de la muerte de mi padre, cómo lo experimenté; no todo el libro sobre la muerte de mi padre, pero muchas de las reflexiones tienen que ver con los pensamientos, las emociones y las sensaciones que brotaron después, cuestionamientos tales como la identidad, si me defino a partir de mí mismo o del otro o la otra. Cuando alguien cercano o amado muere, me parece que es muy consecuente preguntarnos lo que creemos sobre el más allá, la idea del Dios y sobre la muerte misma”.
Acerca de su relación con la muerte después de la pérdida de su padre, comenta “creo que las relaciones, tanto las relaciones personales, pero sobre todo las relaciones espirituales, se construyen todo el tiempo y van evolucionando, quizás la mejor palabra es que van madurando. En mi caso, cuando murió mi padre sin duda alguna me hizo replantearme muchas cosas que yo creía de la muerte. En México, culturalmente nos hemos hecho a la idea de que tenemos un vínculo muy cercano con la muerte, pero me parece es una relación superficial o cosmética, siempre que se habla de la muerte es común que el interlocutor se sienta cuando menos incómodo… si cambio o no mi concepto mi relación con la muerte, creo que se profundizó”.
El libro está estructurado de tal manera que el lector pueda entender la perspectiva del autor en el primer ensayo “es un ensayo que lo coloque al principio, quizás como para tratar de dar un referente de la forma en la que yo entiendo la vida, se llama Las cuatro fronteras: para mí, más allá de cosas freudianas como el sexo y el erotismo, los cuatro pilares del ser humano son el tiempo, el movimiento, la muerte y la razón, las damos por sentadas y siempre asumimos que las tenemos, pero podría ser de otra forma”. El autor agrega “creo que de alguna forma esta estructura permite cuando menos a mí ponerle orden a las ideas que tengo en el libro y empiezo así precisamente porque creo que son los cuatro parámetros que definen el concepto de lo que yo denomino ignorancia”.
A pesar de que los ensayos se pueden leer en el orden que el lector prefiera, Sánchez distingue una característica de este libro “los primeros ensayos, que hablan más sobre la idea de Dios, sobre el misterio de la divinidad y la trascendencia, son digamos los textos más estructurados, en donde hay mayores referencias literarias a libros sagrados, poco a poco, por ejemplo, al hablar sobre la identidad, este rigor académico o ese encorsetamiento ensayístico sobre la religión, cuando voy modulando, cambiando hacia la identidad, eso empieza a relajarse hasta terminar con los últimos, en la muerte, donde habla de mi propia experiencia, de la muerte de mi abuelo, mi propia muerte, la muerte de mi padre o el concepto genérico de la muerte, no hay ni una sola referencia literaria. Entonces, digamos que, dependiendo del tema, también ajusto la estructura del texto”.
Por su parte, acerca del proceso de escritura comenta que “lo que más disfruto al escribir es el proceso de ser en la escritura, es decir, escribir no es simplemente es redactar, ya sea mano o en la computadora, tratar de ponerle orden es el acto de pensar en el tema tratar, descubrir la forma en la que vas a plantear el texto. Por ejemplo, aquí hablo de la historia del Narciso mítico… comencé a reflexionar sobre el mito y su atemporalidad, no por el narcisismo, sino la idea de lo contradictorio del oráculo de Delfos de conocerte a ti mismo y conocerás el universo, cuando Narciso se conoce a sí mismo es que muere, hay un descubrimiento sutil en el término ¿quién más puede ser así? estudiando el códice Chimalpopoca y la leyenda de Los Soles, Quetzalcóatl de alguna manera es un Narciso y Tezcatlipoca es eco, es la otredad, pero también a Adán y Eva pueden tener un reflejo preciso en Narciso. El tratar de hacer esos vínculos intelectuales culturales, con cierta arrogancia academicista, pero por ahí es lo que más disfruto de escribir digamos empezar a generar esos vínculos históricos con cosas que no necesariamente están relacionadas”.
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