La obra contó con un conversatorio para abordar el VIH y las experiencias de artistas VIH+
El pasado sábado 21 de enero se presentó FIERCE (Fiera) en el Conjunto Santander de Artes Escénicas. La Sala 3 se convirtió en una pasarela para la producción de TransLímite (alternativa escénica) y César Enríquez Cabaret que discurre entre el vouging, la danza, lo ficcional y lo documental para hablar de un tema sumamente necesario: la lucha de la comunidad VIH+ y todos los mitos que todavía prevalecen alrededor del virus.
Creada y dirigida por Myrna Moguel y César Enriquez, la obra crea un interesante entramado entre el teatro, la danza y el conversatorio, teniendo momentos puntuales donde se interactúa con el público y este mismo tiene la oportunidad de preguntar o aportar a la conversación; así como otros momentos donde se representan momentos en la vida de una persona con VIH+, cada uno de ellos inspirado en testimonios reales, tanto de los como de entrevistas que nutrieron esta propuesta.
La puesta en escena nos muestra una perspectiva de lo que significa vivir con VIH en la actualidad, donde los tratamientos médicos permiten que el virus se vuelva indetectable, es decir, intransmisible, aumentando la calidad de vida y permitiendo que hoy en día existan las primeras generaciones de abuelos VIH+. Pero, también lo conflictivo que es convivir en una sociedad conservadora donde el miedo prevalece y aventurarse a tener una vida sexual activa se puede volver todo un tema de discusión. Así mismo, la obra recuerda a aquellos que partieron mucho antes de que estas oportunidades existieran.
La propuesta es sumamente íntima, personal y por ello en ocasiones puede llegar a ser desgarradora, pero también ayuda a abrir la conversación de un tema que muchas veces se considera tabú. Por una parte, es una narrativa donde otras personas VIH+ pueden sentirse identificadas y por otro lado, muestra escenarios que pueden ser un catalizador para la empatía en el caso de aquellas personas que no viven con VIH. En ambos casos, la producción logra crear un espacio seguro, incluyente, libre de prejuicios y eso es algo sumamente valioso.
La danza y el voguin también tienen un papel fundamental, ya que demuestran una forma de resistir, de celebrar la vida y tejer una comunidad a través del arte. Alina Maldonado se encarga de la escenofonía y composición, mientras que el movimiento escénico y coreografía le corresponden a Erika Méndez; por su parte, Juan Carlos García a.k.a. Mantiz Apokalipstick se encargó del entrenamiento y coreografía vougin.
En términos meramente artísticos, la obra es una propuesta multidisciplinaria excepcional donde cada una de las partes que componen la pieza se van entretejiendo y cobrando sentido una vez que están yuxtapuestas. En los tiempos en los que vivimos donde resulta difícil retener la atención del público, fragmentar y unir los distintos elementos que componen la puesta en escena parece una decisión atinada para retar al público y mantener su atención cautiva a lo largo de la producción.
También cabe la pena mencionar todo el trabajo detrás, no sólo de los artístas, también de las diversas asociaciones civiles y aliados que se sumaron a la propuesta, varios de los cuales estuvieron presentes la noche del sábado: Colectivo Ser, Mejor Ser A.C., Convhite, Diverso, Guadalajara Pride, Impulso Trans A.C., CODISE - Cohesión de Diversidades para la Sustentabilidad, Asociación Civil, Xico Antrx, Museo Memoria, Impulse Guadalajara y Premio Maguey.
Así pues, la obra es un enorme esfuerzo en conjunto para darle visibilidad a un tema de suma relevancia en uno de los países con un mayor índice de contagios en Latinoamérica. Pero no sólo eso, también es una invitación a seguir resistiendo, a encontrar la alegría en medio del dolor, recordar que hoy en día las esperanza en mayor y a bailar, bailar tanto como sea necesario para sanar.
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