El filme llegará a la cartelera comercial este 23 de marzo por Sony Pictures
¡Qué Viva México! fue desde su origen, en muchos sentidos, pero sobre todo en su concepción cinematográfica, costo y modelo de producción, una propuesta muy ambiciosa. Desde un guion de más doscientas páginas; y que en términos prácticos y de producción implicó el equivalente de hacer dos o tres películas en una; hasta lo numeroso de su reparto -en el que se contó para todos los personajes con actores y actrices de reconocida trayectoria-, así como la necesidad de filmar por ocho semanas en locaciones muy remotas fuera de la ciudad en el desierto Potosino; y otra tres en foros y locaciones de la CDMX y sus alrededores, donde se construyeron la mayoría de los sets; y con un equipo técnico y artístico de más 350 personas.
Pero más allá de estos factores “objetivos” de producción, lo realmente ambicioso del
proyecto fue su diseño artístico, su lenguaje y visualización. La película, a pesar de que está ubicada en la actualidad, muestra un país de grandes contrastes; y sí, todo lo que ocurre en la Ciudad de México es claramente identificable con un país próspero, moderno y contemporáneo, que también somos; el viaje a “La Prosperidad” fue, literalmente, como viajar en el tiempo. Porque todo en el pueblo, desde sus escenarios a su ambientación; y de sus personajes a sus caracterizaciones y vestuarios, fueron elaborados para dar la sensación de pertenecer a una época muy remota y, necesariamente, todo se tuvo que diseñar, construir y elaborar para la película.
Otro elemento importante a destacar, fue la complicación en términos de organización y logística que implicó que, a la manera que lo hizo el gran Ismael Rodríguez en “Los Tres Huastecos”, "dos actores interpreten tres personajes distintos cada uno. Y a pesar de que afortunadamente contamos con dos de los más talentosos y solventes actores del cine mexicano contemporáneo, como lo son Damián Alcázar y Joaquín Cosío", describe la producción del filme; para cada personaje se tuvo que elaborar una caracterización muy particular y, dado que aparecen juntos en varias escenas, se requirió de una perfecta planeación, largos tiempos de espera, y la utilización de varios dobles y complicados efectos digitales de postproducción en todas las escenas en las que coinciden.
Pero probablemente el mayor de los retos que enfrentó la película, fue el uso del lenguaje cinematográfico que la historia requería. Porque para que una película de esta duración se mantuviera ágil y entretenida, el secreto fue tratar de que su ritmo y montaje no decayeran nunca. Y para ello, en cada una de sus secuencias se tuvo que hacer una cobertura de decenas de planos, y, considerando la gran cantidad de personajes que aparecen en cada escena, necesitaron además de varias cámaras y equipo especial, de una enorme cantidad de tiempo y planeación; sin dejar de lado las complicadas condiciones que generó llevar a cabo la producción del proyecto en los terribles tiempos de lo peor de la pandemia.
Después de tres largos años de desarrollo, "y de varios muy “sospechosos” rechazos de parte de las autoridades culturales y cinematográficas del gobierno federal, el financiamiento para realizar el proyecto se pudo consolidar gracias a una asociación entre Bandidos Films y la empresa Netflix Worldwide Entertainment, LLC., que adquirió los derechos para distribuirla y comercializarla en todo el mundo, lo que, esperemos, garantice que el proyecto tenga una gran difusión y repercusión a nivel global", describe la producción del filme.
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