La otra cara de la luna juega con los misterios y el furor que creo el primer viaje tripulado a la Luna.
Esta semana se estrena La otra cara de la Luna una película de Greg Berlanti (Yo soy Simón) donde la recreación histórica, el romance y la comedia se mezclan por partes iguales. Escrita por Keenan Flynn, Bill Kirstein y Rose Gilroy, la cinta nos sitúa justo durante la carrera científica entre los Estados Unidos y la Unión Soviética por conquistar el espacio, más exactamente cuando Estados Unidos se desencantó de esta misión y exigía que el gobierno pusiera los pies sobre la tierra.
Tras la tragedia del Apolo 1 la reputación de la NASA, sumiendo en una crisis a sus instalaciones y las posibilidades de hacer que el Apolo 11 despegara. Así, el gobierno envía a uno de sus agentes (Woody Harrelson) a localizar a Kelly Jones (Scarlett Johansson) y su asistente Ruby (Anna Garcia), un exitoso equipo que puede vender cualquier cosa, siempre que no se tope en su camino Cole Davis (Channing Tatum), el director de lanzamiento que no está contento con las ideas de Kelly, lo que hace que la mujer tome medidas aún más creativas. A fin de cuentas, el gobierno ha puesto a Jones en una situación donde tiene que vender esta misión cueste lo que cueste.
La otra cara de la Luna es una historia que combina a su propia manera varios géneros para conseguir una historia que se podría encasillar como feel-good, donde la base son sus personajes y el encanto natural que tiene el alunizaje, así como las distintas teorías alrededor, que terminan por integrarse de un modo espontáneo.
Definitivamente Johansson lleva la batuta en la cinta, su personaje es simplemente genial con una moral gris y cientos de trucos bajo la manga, la manera en la que la actriz interpreta el viaje de esta estafadora simplemente no te deja indiferente. Tatum es un poco más duro, pero quizás es justo eso lo que sienta bien a todo lo que representa, tanto como el peso sobre los hombros que lleva como director de lanzamiento, como el contrapeso a las locuras de Kelly, un hombre más centrado en lograr la misión que en venderla.
En cierta manera, la película también se encarga de convencerte sobre lo fascinante que fue la carrera lunar, más allá del avance científico, te muestra personas que día tras día trabajaron con un solo objetivo, sus frustraciones y las pequeñas victorias camino a la luna, la narrativa logra que emocionar e incluso hacer que simpaticemos con un personaje que visto a la distancia tal vez no nos resultaría tan encantador. Todo esto de la mano de Daniel Pemberton quien logra darle una unidad sonora a una cinta con varios matices; así como la fotografía de Dariusz Wolski, que su propio modo romantiza la época.
Vale la pena decir que la película se aleja de cualquier crítica o debate, más bien se acerca a la fantasía del sueño americano, con playas coloridas, hotdogs y gente blanca, por lo que dependiendo del gusto de cada uno, puede caer en lo soso o ligero. No obstante, puede que sean justo estos elementos los que le encanten a otros, por lo que definitivamente será un deleite para cierto nicho que busca un humor ocurrente, casi sútil con una historia de amor que se va construyendo conforme los protagonistas aprenden a confiar entre ellos.
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