Mufasa: El Rey León utiliza CGI para darle a los personajes el aspecto realista de la última adaptación.
Esta semana se estrena Mufasa: El Rey León, una cinta que funciona como precuela de la última versión de El Rey León en la que se utilizó CGI para darle a los personajes entrañables de la película animada un aspecto más realista. En este caso, Disney trabajó con Barry Jenkins (Luz de Luna, Si la Colonia Hablara, Gente Blanca) prestigioso director, pero sin mayor experiencia en las producciones infantiles.
La historia con guion de Jeff Nathanson, Irene Mecchi (quienes participaron anteriormente en El Rey León de 2019) nos transporta a la infancia del legendario Mufasa (Aaron Pierre) y su proceso para convertirse en un líder para su comunidad, así como su encuentro con aquellos que se volverán importantes para él como Taka (Kelvin Harrison Jr.) Sarabi (Tiffany Boone) entre otros. Todo contado desde la perspectiva de Rafiki (John Kani) a la joven Kiara (Blue Ivy Carter).
En primer lugar, vale la pena mencionar la calidad de la animación/efectos especiales, que si bien en momentos restringe la gesticulación que podría lograrse en caricatura, a cambio nos proporciona escenarios deslumbrantes que nos transportan a la sabana africana y le brindan una ambientación más dramática a la historia. Los cachorros de león son bastante tiernos y hay algunos ángulos más cercanos con un manejo interesante, aunque algunos otros (especialmente cuando se busca hacer coreografías en planos amplios) no están tan bien logrados.
En esta ocasión, la música está a cargo de Nicholas Britell con canciones de Lin-Manuel Miranda, adiciones que notan inmediatamente. La música trata de ser coherente con el estilo que hemos disfrutado en otras entregas de esta historia, algunas de hecho son pegadizas, si bien el tiempo dirá si alguna de ellas llega a volverse popular orgánicamente, vale decir que son disfrutables, con un estilo similar a El color púrpura pero adaptado al público infantil.
La narrativa tiene sus altos y sus bajos. En lo personal, las apariciones de Timón y Pumba en esta ocasión me parecieron más bien forzadas, buscando hacer una historia más interactiva y probablemente como pausas para el público más joven; en momentos resulta hilarante, pero en otros anticlimático, en lo personal me parece más pertinente las intervenciones entre Rafiki y Kiara para entender la manera en que esto repercute en esta última y en cierta manera ella también tiene un desarrollo conforme se narra la historia.
Por otro lado, hay un amplio espacio para explorar respecto al pasado de Mufasa, ya que hablamos de una primera generación de la que se conoce muy poco. Los guionistas y el director saben aprovechar esto para contar una historia bastante rica en diversos temas, incluyendo la migración forzada, la discriminación, la pérdida, las raíces y sobre todo con un gran hincapié en la familia, la herencia cultural y los vínculos intergeneracionales. Hay un manejo entrañable para aquellos que vienen de familias compuestas.
Por otro lado, el ritmo en ocasiones es caótico con una introducción larga y un final acelerado en el que la evolución del personaje no se termina de justificar del todo, sino que se vuelve un líder nato casi a manera del cliché del “elegido” donde Mufasa alcanza su máximo potencial simplemente porque la trama lo requiere de esa manera. Ciertamente, la historia depende de la primera entrega, la cual a su vez depende de la original, pero es innegable que sabe jugar con el peso de la nostalgia y lo que esta cinta significa para muchos que ahora son padres, quienes probablemente ahora quieran contar la historia de sus abuelos o bisabuelos a la próxima generación. Si la cinta permanece en nuestra memoria o no, sólo lo sabremos con el tiempo.
El apartado de los villanos es muy peculiar en este caso. Por primera vez en varios años se tiene un villano maquiavélico que es terrible y despiadado sin necesidad de mayor profundidad como no se veía desde hace tiempo. Por otro lado, tenemos a Scar, quizás uno de los villanos más icónicos de los noventas con una actitud cínica que encantó a muchos y en este caso se siente en el mejor de los casos como un agregado y en el peor un personaje desperdiciado cuyas intenciones no terminan de convencer del todo y en momentos se contradicen entre sí. Verosímil, sí, pero carente de todos los rasgos que hacen tan carismático al personaje.
Así pues, es una película que funciona bien y tiene varias piezas bien afinadas para que conmueva a la audiencia, especialmente a los fanáticos de las anteriores entregas. Si bien es una cinta que resulta más bien ordinaria para el estándar de Jenkins, se siente parte de su cosecha que hace de esta película una historia con la que se puede empatizar y mover algunos puntos sensibles para varias generaciones.
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