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Foto del escritorDroideTV

Tips para regañar a tu gato y no te guarde rencor

Entender la razón por la que tiene comportamientos indeseados te ayudará a corregirlos.

Existe una infinidad de recursos para adiestrar a un perro y enseñarlos a ser compañeros ejemplares; no obstante los gatos parecen ser punto y aparte, pues se tiene la creencia que al ser animales más independientes y solitarios el entrenarlos sea difícil. En realidad, educar a un gato puede ser más fácil de lo que crees, sólo tienes que tener en cuenta tres puntos clave: un gato es distinto a un perro, por lo que jamás responderá igual a los mismos estímulos; muchas de sus acciones se originan en sus instintos naturales y finalmente: la violencia nunca ayudará a corregir a tu gato.


El primer paso será identificar si su actitud se deriva de una necesidad insatisfecha. Por ejemplo, puede que rasque los muebles porque no tiene rascador (o aún no lo identifica) o que orine fuera de su caja porque la arena está muy sucia. Así que habrá que examinar sus actitudes y revisar si la falla no está en alguna carencia de nuestra parte, incluso la falta de ejercicio o atención.


Después, si vas a regañar a tu gato, es sumamente importante que lo hagas en el acto, justo en el momento que esté haciendo algo indebido o no relacionará la razón por la que te has molestado. Tanto los gatos como los perros razonan de una manera distinta a nosotros, por lo que si le muestra el desastre que hizo una hora después (o incluso a los cinco minutos de haberlo hecho) pensará que te has molestado de repente, e incluso puede que se sienta en peligro.


La medida más recomendada es advertirles con un simple “No” firme, sin gritar. Puede que tome su tiempo, pero se trata de una medida que no dañará la relación con tu gato y que poco a poco entenderá que no debe de hacer. Si bien algunos recomiendan el uso de aspersores con agua o sonidos no tan fuertes como monedas, considéralos como tu último recurso. También hay ocasiones donde más que regañar, puedes reemplazar. Por ejemplo, brindarle un peluche en lugar de que muerda tus manos o jugar con él cuando esté muy activo a fin de que aprenda qué actitudes son aceptables.


En caso de mesas y superficies donde no quieras que estén, puedes utilizar los llamados “castigos pasivos” que en realidad se trata de colocar elementos que le desagradan a los gatos, como papel aluminio, cinta adhesiva de doble cara, esencia de limón o spray antimordeduras, a fin de que el espacio le resulte poco atractivo al gato y decida omitirlo.


El uso de violencia está totalmente prohibido, ya que el maltrato no lo educará y en su lugar es posible que el gato te identifique como una amenaza y se ponga a la defensiva; sin mencionar que ello lastimará la relación con tu gato y puede que se comporte aún más esquivo. En el caso de un gato adulto rescatado, ten mucha paciencia y tacto a la hora de regañarlo, ya que se trata de animales que han experimentado toda clase de estímulos negativos (como el agua y el ruido) que de volver a experimentarlos sentirán un profundo terror. Estos gatos pueden rehabilitarse, siempre y cuando les enseñes a convivir en el hogar.




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